Los conejitos de Steimberg

No, Oscar no se mudó al departamento kitsch de Andrée. Pero desde que lo escuché por primera vez en el Congreso Viñetas Serias que me da la sensación de que saca todo el tiempo conejitos de la galera. Uno lo escucha (es un orador fantástico y muy gracioso) y llega un momento que parece que se perdió, que el argumento se está quedando sin intensidad o que no va a poder encadenar con otra cosa. Y no: cuando pensaste que se iba del todo, te saca un conejo de la galera y te mete de vuelta. Una idea atrás de la otra saca, todas fantásticas, todas distintas de cualquier consa que se te pudiera haber ocurrido. Da envidia…

Por eso decidí hacerme el Robin Hood de los intelectuales: robarle a los ricos para darles a los pobres (entre los que me cuento: a diferencia del Robin de Loxsley, yo no tengo ningún tipo de acumulación) (qué miserable es el mundo: lo intelectual también es racionalizado según la lógica del capital). Decidí ir a la presentación del «Carlos Gardel» de Muñoz y Sampayo, a la charla que iban a estar dando esos dos monstruos de la historieta junto con Fede Reggiani y el mentado Oscar Steimberg, dispuesto a escribir en un cuaderno todos los conejitos que este último sacara de la galera.

Antes que él hablaron Sampayo y Muñoz (en ese orden). Quedé deslumbrado, sobre todo por la forma de hablar del segundo. ¿Qué tengo que pensar de un tipo que habla como si estuviera escribiendo? (La escritura tiene otros vericuetos, uno puede notar diferencias en la sintaxis, en la forma de crear imágenes, de acumular razonamientos: Muñoz lo hacía todo hablando). Seguramente los muchachos de Eterna Cadencia van a desgrabar la charla en cualquier momento, dejando este post completamente obsoleto, pero no me importa.

Bien, resulta que Steimberg arrancó a hablar. La pregunta que había tirado Fede era más o menos «¿por qué Gardel todavía hoy?». (Oscar arrancó diciendo «es un placer estar acá… es un goce«, primer chiste, y era bueno). Y mientras habló, unos quince minutos, menos también, sacó cuatro conejitos:

  1. Cuando los libros interesan, es porque no son lo que uno creía que iban a ser.
  2. [Con Muñoz, a diferencia de Breccia en el que ese negro violento siempre resalta, se te viene adelante el blanco] ¿Cómo se te viene adelante el blanco? La cosa trágica es que siempre hay un blanco que te dice que te va a pasar algo y andá a saber qué…
  3. Las palabras están a disponibilidad. Uno no sabe qué va a pasar en 50 años: ¿cómo un tipo se va a llamar Merval? Hoy hay un merengue con eso…
  4. La historieta está entrando y saliendo de sí misma todo el tiempo. Es imposible. [Hay imágenes por un lado y hay palabras por el otro, ¡y ahí están, juntas!]

Probablemente estas frases, ya irremediablemente fuera de contexto, no digan hoy lo que quisieron decir ayer. Es a lo que fatalmente estamos expuestos al hablar. Por ahí significan algo para alguien. Por lo menos para mí, que viví esas palabras, fueron martillazos en la cabeza, uno atrás de otro. Ese viejo es un genio.

[Edit: ¿Cómo categorizar con justicia los garabatos de un cuaderno? Hace unas horas, mi amigo Hernán me hizo notar que no había incluido en el post unos comentarios cruzados que escribimos en una hoja. Resulta que Sampayo y Muñoz se habían referido a la génesis del «Gardel», que fue bastante prolongada y por ello tuvo varios volantazos y replanteos. Muñoz hizo un comentario sobre los accidentes que modificaron el curso de la gestación y Hernán escribió en mi cuaderno:

El profesional busca una cosa y el accidente lo corrige y lo mejora.

A lo que yo, que tanía la cabeza muy rota y estaba pensando en pavadas, agregué esta ecuación:

Trabajo artístico = Técnica + accidente

¿Qué le faltará a la ecuación? ¿Cuáles habrán sido todos los factores que influyeron de alguna u otra forma en que el «Gardel» sea ese que se editó y no otro?]

Publicado el abril 28, 2011 en afanes. Añade a favoritos el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. veni, vidi… vinci?

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  2. nescio… sed bonus est.

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  3. rosă rosă rosa-m rosae rosae rosā rosae rosae rosā-s rosā-rum rosīs rosīs

    es todo lo que se

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