Regresos

¿Qué son las vacaciones sin relecturas? No son vacaciones, son otra cosa.

No voy a apuntar una lista extensas de relecturas porque no tuve tanto tiempo (ni tantas ganas) de sentarme a leer. Por eso la entrada se llama «Regresos», porque estoy volviendo a dos historietas que me gustan desde hace mucho, dos mangas para ser más preciso: Slam Dunk y Dragon Ball.

El primero tiene el atractivo de que es una historia de basquet (deporte que me gusta mucho). Pasada la barrera de esa circunstancia de la historia, aparecen otras virtudes:

  • un reparto de personajes riquísimo, bien elaborado, con muchos contrastes y con historias personales que hacen de Slam Dunk un manga más profundo de lo que parece;
  • una mirada bastante paródica sobre los mangas de deportes (en contraposición a, por ejemplo, los Supercampeones, aquel manga de fútbol en el que sus personajes hacían tiros extravagantes y gritaban sus nombres al ejecutarlos, el protagonista de SD está pendiente de ponerle nombre -y gritarlo en el momento de su ejecución- a los movimientos que aprende, que son los más básicos del basquet porque recién está aprendiendo a jugar; así, cuando hace lo que comunmente se llama una bandeja o lay-up shot, grita «¡tiro vulgaaar!»);
  • un protagonista muy querible que parece muy chato por lo extrovertido y que sin embargo tiene varias sorpresas para dar;
  • la evolución del estilo de Takehiko Inoue, quien va puliendo su dibujo, su narrativa y su guión para hacer de una historieta que al principio parece del montón, una con una narrativa super cinematográfica con notables recursos para generar cinematicidad en cada página (el básquet es un juego muy dinámico e Inoue pone en funcionamiento muchos recursos narrativos y visuales para suplir la «falta de movimiento» de la historieta) y con puntos de intensidad dramática muy altos y muy bien balanceados con situaciones muy cómicas.

Edit: La única cagada, una real cagada, de leer SD no es del manga sino de la edición: Ivrea decidió «reconvertir» (es la única palabra que se me ocurre) la traducción que ya tenía para la edición ibérica logrando en la argentina un producto final bastante irregular y heterogéneo en lo textual. Creo que se avivaron del moco cerca del tomito 20, pero teniendo en cuenta que son 31 es bastante tarde.

Dragon Ball es la sorpresa. Cuando me enteré de su publicación pensé «no, ya estoy grande». Después, mi pulsión coleccionista pudo más que mis pretensiones de madurez y me compré el primer tomito. Me divertí tanto que no pude dejar de comprarme los que siguieron. DB es un manga que empieza también con un tono marcadamente paródico de las historias de lucha. Hay homenajes a las películas de Jackie Chan y los nombres que Toriyama usa para las técnicas de sus personajes son todos, pero todos en joda. Sin embargo es rarísima la trayectoria del manga, porque de esa intención paródica inicial termina ubicándose en el centro del canon de las historias de lucha. También es interesante ver cómo va cambiando el estilo visual de Toriyama a medida que la historia se va poniendo cada vez más seria.

Ahora viene el momento de sincerarme. En realidad esta lectura que estoy haciendo de DB no tiene nada de regreso. De más chiquito, como es obvio, a mí me gustaba el otro DB, el de las luchas, el de la Tierra en peligro, el de los poderes desvastadores, el serio. Tampoco me quiero hacer el superado y decir que ahora de grande me parece mejor la primera parte, más graciosa y paródica, no. Es una historieta hermosa por donde se la mire. Nada más hay que sacarse el prejuicio ese que tiene encima. No sé bien cuál es el prejuicio, pero hay que sacárselo y ya. Y leer DB que está buenísimo.

Estos fueron mis regresos. Si hay más los comentaré.  Y puede usted comentar sus regresos o sus lecturas, oh lector ocasional, que nadie va a morderlo por estos cyberpagos.

Publicado el enero 8, 2010 en Lecturas, Manga. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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